miércoles, 12 de junio de 2013

Las "otras" ideas de Darwin

La idea de la supervivencia del más apto arrastra como corolario inevitable la eugenesia “científica” (¿por qué no acelerar la evolución de la raza humana eliminando, o al menos esterilizando, a los “no aptos”?) y así lo entendieron, no sólo los totalitarismos[1], sino también gran parte de las democracias liberales de principios del siglo XX. Con los Estados Unidos de América a la cabeza, muchos de los países occidentales no católicos pusieron en marcha agresivos programas de eugenesia sobre los que, posteriormente, se corrió un tupido velo cuando Hitler, abundando en la misma línea, “se pasó de la raya” e hizo caer en el desprestigio los métodos de higiene racial. No se trató, como tal vez se podría pensar, de una “mala interpretación” de los escritos de Darwin, sino más bien de una puesta en práctica directa y concienzuda de los mismos: en El Origen del Hombre (su segunda gran obra) encontramos párrafos tan esclarecedores como éste:
Construimos asilos para los imbéciles, tullidos y enfermos. Instituimos leyes protectoras del pobre y nuestros médicos se exigen al máximo en sus capacidades para salvar la vida de cada uno hasta el último momento. Hay razones para creer que la vacunación ha preservado a miles de individuos de constitución física débil, que de otro modo habrían sucumbido ante la viruela. De ese modo los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su linaje. Nadie que haya prestado atención a la cría de animales domésticos dudaría que esto tiene que ser muy nocivo para la raza humana [...] Nadie es tan necio como para dejar que sus peores animales se reproduzcan[2].
...o, mejor aún, este otro:
En algún momento del futuro, no tan distante como para medirlo en siglos, es casi seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán en todo el mundo a las razas salvajes. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos [...] serán sin duda exterminados. La laguna [que separa al ser humano de sus antepasados simiescos] será entonces mayor, porque se extenderá entre el hombre en un estado aún más civilizado, podemos esperar, que el caucásico, y algún tipo de mono tan bajo como el papión, en lugar de entre el negro o el australiano y el gorila, como ahora[3] (la traducción y los énfasis son nuestros).
Junto a ellos, toda una serie de alegatos clasistas (también sexistas[4]), en los cuales se asocia con naturalidad la riqueza material a la superioridad moral y espiritual, y se aboga por los matrimonios selectivos (entre ricos) como medio para mejorar la especie: “Los ricos por derecho de primogenitura pueden, de generación en generación, elegir las mujeres más hermosas, las más encantadoras, dotadas por lo general de bienes materiales y de espíritu superior[5].
...llegando al extremo de relacionar determinados rasgos fisiológicos con las diferentes clases sociales, como si de auténticas razas (literalmente, “raza superior” y “raza inferior”) se tratase: “Se asegura que, al nacer, los hijos de los obreros tienen en Inglaterra las manos más fuertes que los de las familias acomodadas. [...] Es positivo que las mandíbulas son generalmente más pequeñas entre las personas civilizadas o de buenas posición que entre los obreros ocupados en trabajos mecánicos o los salvajes[6].
La propaganda evolucionista ha pretendido (y, de hecho, ha conseguido) presentar a Darwin como un científico en estado puro, un “buscador de la verdad” alejado de cualquier condicionamiento social e individual. Pero esto no es del todo cierto: Darwin fue un hombre de su tiempo, y en modo alguno se mantuvo ajeno a los prejuicios de la época. El pensamiento de Malthus, para quien la naturaleza “no tardará mucho en cumplir su amenaza” (de acabar con la población humana “sobrante” en el planeta) influyó profundamente en la visión darwiniana de un entorno biológico competitivo y cruel, en el cual no hay sitio para todas las especies. La propia cosmovisión protestante (Malthus fue pastor y Darwin estuvo a punto de serlo), según la cual una gran parte de la Humanidad está indefectiblemente predestinada a la condenación, había preparado el terreno en este sentido, implantando una forma de ver el mundo radicalmente diferente a la del catolicismo. Por otra parte, la lectura de Comte, que rebajaba la religión y la metafísica a los estadios más primitivos del pensamiento humano, impulsó a Darwin a descartar definitivamente la creación divina y a buscar a toda costa una explicación mecanicista de la naturaleza.
Aunque no existe, que sepamos, documentación al respecto, es muy posible que la muerte de su queridísima hija Annie, a los 10 años de edad, contribuyera a consolidar en la mente del científico la idea de que la vida es terriblemente despiadada y no hay un Creador bondadoso que vele por sus criaturas. Sí está documentada, en cambio, la intensa relación intelectual que mantuvo Darwin con su primo Francis Galton, quien, tras la lectura de El Origen de las Especies, había sentenciado que las medidas tradicionales de proteccionismo social hacia los más débiles obstaculizaban los mecanismos de perfeccionamiento de la especie humana a través de la selección natural. Galton, influido por Darwin, sería el primer formulador teórico del concepto de eugenesia, e influiría a su vez sobre el insigne naturalista en la posterior redacción de El Origen del Hombre[7].
Francis Galton, padre de la eugenesia
El racismo, el clasismo y el antropocentrismo que caracterizaron a la sociedad industrial decimonónica (especialmente la anglosajona), dominada ante todo por la obsesión del progreso, se filtran y se traslucen, como un ineludible telón de fondo, a todo lo largo de esta obra. Darwin no buscó la “verdad científica” aislado en su burbuja de cristal. Buscó en la dirección que la sociedad de su tiempo y sus propios condicionamientos personales le indicaron, sabiendo de antemano lo que para él era aceptable y lo que no lo era. La Evolución no fue una “revelación”. Fue el fruto natural de una época, que marcaría de forma decisiva la época posterior. Ideologías que engendran ideologías, pasando brevemente por las manos del hombre a quien el destino puso en el lugar adecuado en el momento preciso.




[1] Marx y Engels fueron grandes admiradores de Darwin, en cuyas tesis encontraban el equivalente biológico de sus propias teorías sociológicas. Es sabido que aquél quiso dedicarle el segundo volumen de su Das Kapital, ofrecimiento que el científico británico declinó. También Lenin y Stalin (de quien se dice que se volvió ateo leyendo El Origen de las Especies) reconocerían en la lucha por la supervivencia descrita por Darwin la perfecta plasmación natural de la lucha de clases y una inspiración fundamental para su acción revolucionaria.
[2] We build asylums for the imbecile, the maimed and the sick; we institute poor-laws; and our medical men exert their utmost skill to save the life of every one to the last moment. There is reason to believe that vaccination has preserved thousands, who from a weak constitution would formerly have succumbed to small-pox. Thus the weak members of civilized societies propagate their kind. No one who has attended to the breeding of domestic animals will doubt that this must be highly injurious to the race of man. It is surprising how soon a want of care, or care wrongly directed, leads to the degeneration of a domestic race; but excepting in the case of man himself, hardly anyone is so ignorant as to allow his worst animals to breed”. The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex (1871), p. 168.
[3]At some future period, not very distant as measured by centuries, the civilised races of man will almost certainly exterminate and replace throughout the world the savage races. At the same time the anthropomorphous apes, as Professor Schaaffhausen has remarked, will no doubt be exterminated. The break will then be rendered wider, for it will intervene between man in a more civilised state, as we may hope, than the Caucasian, and some ape as low as a baboon, instead of as at present between the negro or Australian and the gorilla.” Ibídem, p. 201.
[4]Si los hombres son capaces de una determinante preeminencia sobre las mujeres en muchos temas, el promedio de la facultad mental en el hombre debe estar por encima del de la de la mujer. [...] Así, el hombre ha devenido finalmente superior a la mujer. [...] A fin de que la mujer pueda llegar al mismo nivel que el hombre, ella debería, cuando sea casi adulta, ser entrenada con energía y perseverancia, y tener su razón e imaginación entrenada al punto más alto...”. El Origen del Hombre, p. 565. “El hombre es más valiente, combativo y enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva. Su cerebro es absolutamente más grande.” Ibídem, p. 557.
[5] Ibídem., p. 163.
[6] Ibídem., p. 85. Darwin se lamenta amargamente de que “en la lucha perpetua por la existencia [haya] prevalecido la raza inferior y menos favorecida [pobres, holgazanes y viciosos] sobre la superior [hombres de buena posición, prudentes y virtuosos], y no en virtud de sus buenas cualidades, sino de sus graves defectos”. El hecho de que los pobres se casaran más jóvenes y tuvieran más descendencia que los ricos suponía para el autor inglés motivo de honda preocupación, pues veía en ello un “obstáculo importante” para la deseable mejora progresiva de la especie humana.
[7] Una cita extraída del párrafo inicial de El Genio Hereditario, de Francis Galton (1869), libro donde el autor desarrolla por primera vez su teoría de la eugenesia: “...como es fácil [...] lograr, mediante la cuidadosa selección, una raza permanente de perros o caballos dotada de especiales facultades para correr o hacer cualquier otra cosa, de la misma forma sería bastante factible producir una raza de hombres altamente dotada mediante matrimonios sensatos durante varias generaciones consecutivas”. Es evidente la poderosa influencia que ejercieron estas reflexiones sobre la obra que Darwin publicaría sólo dos años más tarde.

6 comentarios:

  1. Un artículo muy interesante, sí, señor. Ya amigos míos evolucionistas, aunque anti-darwinistas, me leyeron algunas de estas "grandísimas" citas del "científico" inglés, pero me gusta verlas recopiladas y por escrito.

    Tan solo un apunte. La noticia que señala sobre la multimillonaria australiana fue una broma y, de hecho, Antena 3 la retiró corriendo en cuanto se enteró.
    Un saludo,
    Fernando Lamas

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    1. Gracias por tu comentario, Fernando, y sobre todo por indicarme la falsedad de esa cita que introduje a última hora, fiándome de la prensa diaria sin contrastar por mí mismo las fuentes. Afortunadamente, es algo que no suelo hacer. Ya he borrado ese párrafo, sin que se haya producido merma en el contenido del artículo.

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  2. Hola, Carlos. Creo que la exposición de las ideas y la ordenación de los textos resultan estimulantes y la lectura de ellos se sigue con bastante claridad. Quisiera añadir que algunos comentaristas señalan que Darwin no utiliza el término equivalente a "apto", sino "adaptado", el cual, aun teniendo la misma etimología (en español), con el prefijo latino "ad", que significa dirección hacia algo hasta alcanzarlo tangencialmente, expresa más exactamente la idea de adaptarse a lo que la naturaleza exige de cada ser para su supervivencia. Si tienes acceso al original, ¿podrías citarlo textualmente? Gracias y saludos.

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    1. Hola, gracias por tu comentario. La expresión original es "survival of the fittest", cuya única traducción literal en español es, que yo sepa, "la supervivencia del más apto". Curiosamente, la frase no es original de Darwin, sino del filósofo contemporáneo suyo Herbert Spencer, que desarrolló una teoría paralela a la de Darwin en el terreno económico y social (lo que hoy conocemos como "darwinismo social"): "This survival of the fittest, which I have here sought to express in mechanical terms, is that which Mr. Darwin has called 'natural selection', or the preservation of favoured races in the struggle for life" (Principles of Biology, 1864, p. 444). Spencer escribió esta frase tras la lectura del Origen de las Especies y, posteriormente, el propio Darwin incluyó la expresión en su libro, como un sinónimo de "selección natural" (que es el término que él había acuñado en principio) a partir de la 5ª Edición (1869): "This preservation of favourable variations, and the destruction of injurious variations, I call Natural Selection, or the Survival of the Fittest." (pp. 91-92).
      Espero haberte sido de ayuda,
      Un saludo.

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    2. Hola, de nuevo. Sí me ayuda y, Carlos, me parece muy interesante la secuencia diacrónica con que ilustras el proceso de creación del término. Intentando aportar algo al aspecto del tema que aquí se trata, copio unas proposiciones sueltas que he hallado en Internet, aunque lamento no acotar con la precisión que estos asuntos, y con el nivel aquí establecido, requieren. Son éstas:

      "It is not the strongest or the most intelligent who will survive but those who can best manage change."

      "In the long history of humankind (and animal kind, too) those who learned to collaborate and improvise most effectively have prevailed."

      "Intelligence is based on how efficient a species became at doing the things they need to survive."

      "Multiply, vary, let the strongest live and the weakest die.”

      Charles Darwin, "The Origin of Species".

      La segunda y la última de estas citas sueltas parecen estar en contradicción, pues no se entiende por qué eso más fuerte debe vivir, si no es porque cumpla la condición que expresa la segunda de las citas, a saber, adaptarse al cambio. Habría que verlas más en su contexto para esclarecer mejor su coherencia. Efectivamente, Darwin, como ya señalas tú, Carlos, se debe al pensamiento de su tiempo, pero los otros tres personajes que mencionas -de los cuales "se pasaron de la raya" el que tú señalas y también el que aplicó la selección "natural" con el criterio del poder, ya que atribuírselo a razones políticas sería dejar por imposible el noble deseo de rescatar el sentido antiguo de comunidad en pos del bien común que anida en la palabra clásica "pólis"-, con sus vidas o la más importante parte de ellas en el siglo XX, coetáneos -reduciendo la precisión al hecho de coincidir lo más siginificativo de su existencia en dicho siglo- de Gandhi, Pablo VI, Kennedy y millones de personas seguidoras de los ideales filantrópicos, cristianos, humanistas y de sentido común, para resumir, iba a decir que no tiene cabida explicable, pero esto sería otro error de juicio, ya que el género humano, como el universo, está sujeto a la ley de los opuestos, de manera que en todo momento histórico coexisten los seres más despiadados con los más apacibles, y en cualquier novela de Juan Varela, Pedro Antonio Ruiz de Alarcón o Benito Pérez Galdós, contemporáneos de Darwin -sin aplicar tampoco ahora mucho rigor cronológico, dejando de lado escritores filósofos y religiosos de ese tiempo y desplazando mucho el campo de expresión, del científico al literario- aparecen esos contrastes en claro reflejo de la realidad, el personaje malvado junto al más candoroso y dulce, el cual nos permite identificarnos con el aspecto amable del ser humano. Volviendo al tema A de la supuesta sinfonía que intentamos orquestar entre varios, y para no correr el riesgo de ser injustos con el mero hecho de juzgar -Nietzsche dixit- o de ser juzgados por haber juzgado -Evangelios dicunt- o de admitir lo inadmisible alegando incapacidad para actuar o desconocimiento de hechos -testimonian muchos cómplices de las dictaduras de las "máquinas de poder"-, digámoslo así en honor al título de este blog-, propongámonos observar, estudiar y, ay, juzgar con la más amplia visión posible, con calma y dando tiempo al tiempo. Un cordial saludo.

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    3. Es muy cierto lo que dices; pero, en referencia a las citas de Darwin, yo no encuentro contradicción entre la segunda y la última, como tú señalas, sino más bien entre la primera ("it is not the strongest [...] who will survivey...") y la última ("let the strongest live and the weakest die"). Ésta (la última) nos da idea de que fue el propio Darwin el primero en ceder ante la tentación casi ineludible de considerar "más fuerte" como sinónimo de "más apto", por mucho que él intentara teorizar en otro sentido, hablando de "adaptabilidad al cambio", etc. Todo ello nos lleva una vez más a corroborar el hecho de que las interpretaciones nietzscheana y hitleriana de las tesis darwinistas no fueron tanto "desviaciones" como aplicaciones literales de las mismas.

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