La idea de la supervivencia del más apto
arrastra como corolario inevitable la eugenesia “científica” (¿por qué no
acelerar la evolución de la raza humana eliminando, o al menos esterilizando, a
los “no aptos”?) y así lo entendieron, no sólo los totalitarismos[1], sino
también gran parte de las democracias liberales de principios del siglo XX. Con
los Estados Unidos de América a la cabeza, muchos de los países occidentales no
católicos pusieron en marcha agresivos programas de eugenesia sobre los que, posteriormente,
se corrió un tupido velo cuando Hitler, abundando en la misma línea, “se pasó
de la raya” e hizo caer en el desprestigio los métodos de higiene racial. No se trató, como tal vez se podría pensar, de una
“mala interpretación” de los escritos de Darwin, sino más bien de una puesta en
práctica directa y concienzuda de los mismos: en El Origen del Hombre (su segunda gran obra) encontramos párrafos
tan esclarecedores como éste:
“Construimos asilos para los
imbéciles, tullidos y enfermos. Instituimos leyes protectoras del pobre y
nuestros médicos se exigen al máximo en sus capacidades para salvar la vida de
cada uno hasta el último momento. Hay razones para creer que la vacunación ha
preservado a miles de individuos de constitución física débil, que de otro modo
habrían sucumbido ante la viruela. De ese modo los miembros débiles de las sociedades
civilizadas propagan su linaje. Nadie que haya prestado atención a la cría de
animales domésticos dudaría que esto tiene que ser muy nocivo para la raza
humana [...] Nadie es tan necio como
para dejar que sus peores animales se reproduzcan”[2].
...o, mejor aún, este otro:
“En algún momento del futuro, no tan distante como para medirlo en siglos, es casi seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán en todo el
mundo a las razas salvajes. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos [...] serán sin duda exterminados. La laguna [que
separa al ser humano de sus antepasados simiescos] será entonces mayor, porque se extenderá entre el hombre en un estado
aún más civilizado, podemos esperar, que el caucásico, y algún tipo de mono tan
bajo como el papión, en lugar de entre
el negro o el australiano y el gorila, como ahora”[3] (la
traducción y los énfasis son nuestros).
Junto a ellos, toda una serie de alegatos clasistas (también sexistas[4]), en los cuales se asocia con
naturalidad la riqueza material a la superioridad moral y espiritual, y se
aboga por los matrimonios selectivos (entre ricos) como medio para mejorar la
especie: “Los ricos por derecho de
primogenitura pueden, de generación en generación, elegir las mujeres más
hermosas, las más encantadoras, dotadas por lo general de bienes materiales y
de espíritu superior”[5].
...llegando al extremo de relacionar determinados rasgos fisiológicos con
las diferentes clases sociales, como si de auténticas razas (literalmente, “raza
superior” y “raza inferior”) se tratase: “Se
asegura que, al nacer, los hijos de los obreros tienen en Inglaterra las manos
más fuertes que los de las familias acomodadas. [...] Es positivo que las mandíbulas son generalmente más pequeñas entre las
personas civilizadas o de buenas posición que entre los obreros ocupados en
trabajos mecánicos o los salvajes”[6].
Aunque no existe, que sepamos, documentación al respecto, es muy posible
que la muerte de su queridísima hija Annie, a los 10 años de edad, contribuyera
a consolidar en la mente del científico la idea de que la vida es terriblemente
despiadada y no hay un Creador bondadoso que vele por sus criaturas. Sí está
documentada, en cambio, la intensa relación intelectual que mantuvo Darwin con
su primo Francis Galton, quien, tras la lectura de El Origen de las Especies, había sentenciado que las medidas
tradicionales de proteccionismo social hacia los más débiles obstaculizaban los
mecanismos de perfeccionamiento de la especie humana a través de la selección
natural. Galton, influido por Darwin, sería el primer formulador teórico del
concepto de eugenesia, e influiría a su vez sobre el insigne naturalista en la
posterior redacción de El Origen del
Hombre[7].
Francis Galton, padre de la eugenesia |
El racismo, el clasismo y el antropocentrismo que caracterizaron a la
sociedad industrial decimonónica (especialmente la anglosajona), dominada ante
todo por la obsesión del progreso, se filtran y se traslucen, como un ineludible
telón de fondo, a todo lo largo de esta obra. Darwin no buscó la “verdad científica”
aislado en su burbuja de cristal. Buscó en la dirección que la sociedad de su tiempo
y sus propios condicionamientos personales le indicaron, sabiendo de antemano
lo que para él era aceptable y lo que no lo era. La Evolución no fue una
“revelación”. Fue el fruto natural de una época, que marcaría de forma decisiva
la época posterior. Ideologías que engendran ideologías, pasando brevemente por
las manos del hombre a quien el destino puso en el lugar adecuado en el momento
preciso.
[1] Marx
y Engels fueron grandes admiradores de Darwin, en cuyas tesis encontraban el
equivalente biológico de sus propias teorías sociológicas. Es sabido que aquél
quiso dedicarle el segundo volumen de su Das
Kapital, ofrecimiento que el científico británico declinó. También Lenin y
Stalin (de quien se dice que se volvió ateo leyendo El Origen de las Especies) reconocerían en la lucha por la
supervivencia descrita por Darwin la perfecta plasmación natural de la lucha de
clases y una inspiración fundamental para su acción revolucionaria.
[2] “We build asylums for the imbecile, the maimed and the sick; we institute poor-laws; and our medical men
exert their utmost skill to save the life of every one to the last moment. There
is reason to believe that vaccination has preserved thousands, who from a weak
constitution would formerly have succumbed to small-pox. Thus the weak
members of civilized societies propagate their kind. No one who has attended to
the breeding of domestic animals will doubt that this must be highly injurious
to the race of man. It is
surprising how soon a want of care, or care wrongly directed, leads to the
degeneration of a domestic race; but excepting in the case of man himself, hardly
anyone is so ignorant as to allow his worst animals to breed”. The Descent of Man, and Selection in
Relation to Sex (1871), p. 168.
[3] “At some future period, not very distant as measured by centuries, the civilised races of man will almost
certainly exterminate and replace throughout the world the savage races. At the
same time the anthropomorphous apes, as
Professor Schaaffhausen has remarked, will no doubt be exterminated. The break
will then be rendered wider, for it will intervene between man in a more
civilised state, as we may hope, than the Caucasian, and some ape as low as a
baboon, instead of as at present between the negro or Australian and the gorilla.” Ibídem, p. 201.
[4] “Si los hombres son capaces de una
determinante preeminencia sobre las mujeres en muchos temas, el promedio de la
facultad mental en el hombre debe estar por encima del de la de la mujer.
[...] Así, el hombre ha devenido
finalmente superior a la mujer. [...] A fin de que la mujer pueda llegar
al mismo nivel que el hombre, ella debería, cuando sea casi adulta, ser
entrenada con energía y perseverancia, y tener su razón e imaginación entrenada
al punto más alto...”. El Origen del Hombre, p. 565. “El hombre es más valiente, combativo y
enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva. Su cerebro es
absolutamente más grande.” Ibídem, p. 557.
[5]
Ibídem., p. 163.
[6]
Ibídem., p. 85. Darwin se lamenta amargamente de que “en la lucha perpetua por la existencia [haya] prevalecido la raza inferior y menos favorecida [pobres, holgazanes y viciosos] sobre la superior [hombres de buena posición, prudentes y
virtuosos], y no en virtud de sus
buenas cualidades, sino de sus graves defectos”. El hecho de que los pobres
se casaran más jóvenes y tuvieran más descendencia que los ricos suponía para
el autor inglés motivo de honda preocupación, pues veía en ello un “obstáculo
importante” para la deseable mejora progresiva de la especie humana.
[7] Una cita extraída del
párrafo inicial de El Genio Hereditario,
de Francis Galton (1869), libro donde el autor desarrolla por primera vez su
teoría de la eugenesia: “...como es fácil
[...] lograr, mediante la cuidadosa
selección, una raza permanente de perros o caballos dotada de especiales
facultades para correr o hacer cualquier otra cosa, de la misma forma sería
bastante factible producir una raza de hombres altamente dotada mediante
matrimonios sensatos durante varias generaciones consecutivas”. Es evidente
la poderosa influencia que ejercieron estas reflexiones sobre la obra que
Darwin publicaría sólo dos años más tarde.
Un artículo muy interesante, sí, señor. Ya amigos míos evolucionistas, aunque anti-darwinistas, me leyeron algunas de estas "grandísimas" citas del "científico" inglés, pero me gusta verlas recopiladas y por escrito.
ResponderEliminarTan solo un apunte. La noticia que señala sobre la multimillonaria australiana fue una broma y, de hecho, Antena 3 la retiró corriendo en cuanto se enteró.
Un saludo,
Fernando Lamas
Gracias por tu comentario, Fernando, y sobre todo por indicarme la falsedad de esa cita que introduje a última hora, fiándome de la prensa diaria sin contrastar por mí mismo las fuentes. Afortunadamente, es algo que no suelo hacer. Ya he borrado ese párrafo, sin que se haya producido merma en el contenido del artículo.
EliminarHola, Carlos. Creo que la exposición de las ideas y la ordenación de los textos resultan estimulantes y la lectura de ellos se sigue con bastante claridad. Quisiera añadir que algunos comentaristas señalan que Darwin no utiliza el término equivalente a "apto", sino "adaptado", el cual, aun teniendo la misma etimología (en español), con el prefijo latino "ad", que significa dirección hacia algo hasta alcanzarlo tangencialmente, expresa más exactamente la idea de adaptarse a lo que la naturaleza exige de cada ser para su supervivencia. Si tienes acceso al original, ¿podrías citarlo textualmente? Gracias y saludos.
ResponderEliminarHola, gracias por tu comentario. La expresión original es "survival of the fittest", cuya única traducción literal en español es, que yo sepa, "la supervivencia del más apto". Curiosamente, la frase no es original de Darwin, sino del filósofo contemporáneo suyo Herbert Spencer, que desarrolló una teoría paralela a la de Darwin en el terreno económico y social (lo que hoy conocemos como "darwinismo social"): "This survival of the fittest, which I have here sought to express in mechanical terms, is that which Mr. Darwin has called 'natural selection', or the preservation of favoured races in the struggle for life" (Principles of Biology, 1864, p. 444). Spencer escribió esta frase tras la lectura del Origen de las Especies y, posteriormente, el propio Darwin incluyó la expresión en su libro, como un sinónimo de "selección natural" (que es el término que él había acuñado en principio) a partir de la 5ª Edición (1869): "This preservation of favourable variations, and the destruction of injurious variations, I call Natural Selection, or the Survival of the Fittest." (pp. 91-92).
EliminarEspero haberte sido de ayuda,
Un saludo.
Hola, de nuevo. Sí me ayuda y, Carlos, me parece muy interesante la secuencia diacrónica con que ilustras el proceso de creación del término. Intentando aportar algo al aspecto del tema que aquí se trata, copio unas proposiciones sueltas que he hallado en Internet, aunque lamento no acotar con la precisión que estos asuntos, y con el nivel aquí establecido, requieren. Son éstas:
Eliminar"It is not the strongest or the most intelligent who will survive but those who can best manage change."
"In the long history of humankind (and animal kind, too) those who learned to collaborate and improvise most effectively have prevailed."
"Intelligence is based on how efficient a species became at doing the things they need to survive."
"Multiply, vary, let the strongest live and the weakest die.”
Charles Darwin, "The Origin of Species".
La segunda y la última de estas citas sueltas parecen estar en contradicción, pues no se entiende por qué eso más fuerte debe vivir, si no es porque cumpla la condición que expresa la segunda de las citas, a saber, adaptarse al cambio. Habría que verlas más en su contexto para esclarecer mejor su coherencia. Efectivamente, Darwin, como ya señalas tú, Carlos, se debe al pensamiento de su tiempo, pero los otros tres personajes que mencionas -de los cuales "se pasaron de la raya" el que tú señalas y también el que aplicó la selección "natural" con el criterio del poder, ya que atribuírselo a razones políticas sería dejar por imposible el noble deseo de rescatar el sentido antiguo de comunidad en pos del bien común que anida en la palabra clásica "pólis"-, con sus vidas o la más importante parte de ellas en el siglo XX, coetáneos -reduciendo la precisión al hecho de coincidir lo más siginificativo de su existencia en dicho siglo- de Gandhi, Pablo VI, Kennedy y millones de personas seguidoras de los ideales filantrópicos, cristianos, humanistas y de sentido común, para resumir, iba a decir que no tiene cabida explicable, pero esto sería otro error de juicio, ya que el género humano, como el universo, está sujeto a la ley de los opuestos, de manera que en todo momento histórico coexisten los seres más despiadados con los más apacibles, y en cualquier novela de Juan Varela, Pedro Antonio Ruiz de Alarcón o Benito Pérez Galdós, contemporáneos de Darwin -sin aplicar tampoco ahora mucho rigor cronológico, dejando de lado escritores filósofos y religiosos de ese tiempo y desplazando mucho el campo de expresión, del científico al literario- aparecen esos contrastes en claro reflejo de la realidad, el personaje malvado junto al más candoroso y dulce, el cual nos permite identificarnos con el aspecto amable del ser humano. Volviendo al tema A de la supuesta sinfonía que intentamos orquestar entre varios, y para no correr el riesgo de ser injustos con el mero hecho de juzgar -Nietzsche dixit- o de ser juzgados por haber juzgado -Evangelios dicunt- o de admitir lo inadmisible alegando incapacidad para actuar o desconocimiento de hechos -testimonian muchos cómplices de las dictaduras de las "máquinas de poder"-, digámoslo así en honor al título de este blog-, propongámonos observar, estudiar y, ay, juzgar con la más amplia visión posible, con calma y dando tiempo al tiempo. Un cordial saludo.
Es muy cierto lo que dices; pero, en referencia a las citas de Darwin, yo no encuentro contradicción entre la segunda y la última, como tú señalas, sino más bien entre la primera ("it is not the strongest [...] who will survivey...") y la última ("let the strongest live and the weakest die"). Ésta (la última) nos da idea de que fue el propio Darwin el primero en ceder ante la tentación casi ineludible de considerar "más fuerte" como sinónimo de "más apto", por mucho que él intentara teorizar en otro sentido, hablando de "adaptabilidad al cambio", etc. Todo ello nos lleva una vez más a corroborar el hecho de que las interpretaciones nietzscheana y hitleriana de las tesis darwinistas no fueron tanto "desviaciones" como aplicaciones literales de las mismas.
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